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LA NUEVE: LOS ESPAÑOLES QUE LIBERARON PARÍS

Antonio Villegas Vega

Universidad de Granada



Autor desconocido, “La tanqueta Guadalajara en el Ayuntamiento de París”, agosto de 1944, en Domingo Álvaro, A., Historia de los españoles en la II Guerra Mundial. Sus peripecias en todos los frentes y bajo todas las banderas, p. 122.


Debido al golpe de Estado fallido del general Francisco Franco contra el gobierno legalmente instituido de la Segunda República Española, se produjo una guerra civil de julio de 1936 a marzo de 1939. Paralelamente, conforme iban cayendo los frentes republicanos, miles de españolas y españoles emprendieron el camino del exilio, siendo la Francia continental y la colonial los principales sitios receptores. En el sur de Francia y en el norte de África, los exiliados fueron confinados en multitud de campos de concentración. Entre estos centros, fue en Sidi Ferruch y en Béchar, donde 146 republicanos de diferentes tendencias políticas, mayormente anarquistas, conformaron la 9ª Compañía de la 2ª División Blindada de la Francia Libre en agosto de 1943. Tras varias maniobras en diversos puntos del norte de África y Reino Unido tomaron parte en el Desembarco de Normandía, lo cual les condujo a la liberación de París en agosto de 1944 y a la ulterior toma del último refugio de Adolf Hitler.


En los últimos compases de la guerra, miles de españoles huyeron por medio de varias vías, a través de las fronteras del territorio republicano. Entre ellos figuraron personalidades como Antonio Machado, Manuel Azaña, o Max Aub, quien internado en el temido campo de concentración norteafricano de Djelfa siguió componiendo poemas en su diario.

I. Españoles en la Europa ocupada: la retirada y los campos de concentración franceses


Durante más de treinta meses, hasta el invierno de 1939, las tropas republicanas españolas habían luchado contra la coalición fascista del general Franco. En los últimos compases de la guerra, miles de españoles huyeron por medio de varias vías, a través de las fronteras del territorio republicano. Entre ellos figuraron personalidades como Antonio Machado, Manuel Azaña[i], o Max Aub, quien internado en el temido campo de concentración norteafricano de Djelfa siguió componiendo poemas en su diario[ii].

Desde el punto de vista del exilio cultural, los números son impresionantes, pues junto a los mecionados, emprendieron el exilio los dos únicos galardonados con el Premio Nobel, Severo Ochoa y Juan Ramón Jiménez, además de 208 catedráticos, 501 maestros, 375 médicos, dos centenares de ingenieros, abogados, un centenar de escritores, arquitectos, varios centenares de técnicos, músicos como Pau Casals, pintores, historiadores como Sánchez Albornoz, poetas como Alberti o Cernuda y muchos periodistas, investigadores y sabios[iii].

Según Felix Santos acaecieron cinco exilios desde 1936 a 1939. En el primero se produjo la huída de entre 15,000 y 20,000 vascos. El segundo exilio afectó a 125,000 entre marzo y octubre de 1937. Una tercera fase afectaría al exilio diplomático de las autoridades republicanas hacia Portugal, Francia y Gran Bretaña. En esta fase se exiliaron personajes como Ortega y Gasset o Marañón. La cuarta fase del exilio se dio entre marzo y junio de 1938[iv] y finalmente, la quinta fase será el exilio masivo del año 1939, el cual será conocido en Europa como “la Retirada”.

Del mismo modo en que se produjo el exilio de la población, se produjo también el exilio institucional. El 9 de febrero de 1939, el Gobierno presidido por Negrín se reunió en Toulouse[v], mientras que la primera reunión de las Cortes en el exilio se realizó, contando con la presencia de 72 diputados, el 10 de enero de 1945 en México, DF[vi].



Autor desconocido. “La Nueve”, 1944, en Mesquida, E., La Nueve: los españoles que liberaron París, p. 207.


II. La Francia libre y la Segunda División Blindada


Origen y composición


Este movimiento de resistencia se organizó dentro y fuera de Francia. Charles de Gaulle, un conservador republicano, importante general y ministro de Reynaud, quiso liderar a la Francia que resistía. En este propósito fue apoyado por la Unión Soviética, Estados Unidos y Gran Bretaña. Sin embargo, debido a su condición de conservador, fue objeto de continuas sospechas dentro del movimiento de la Resistencia, mayormente partidaria de la URSS[vii].

De entre las tropas que pudo aglutinar De Gaulle, según datos recogidos por Secundino Serrano, para marzo de 1940 unos 6,500 republicanos españoles integraban la Legión francesa y los Regimientos de Marcha. Cuando Francia cayó, éstos fueron desmovilizados y comenzaron una larga andadura que los llevó a la 13ª Brigada de la Legión Extranjera de la Francia Libre (DBLE), la Legión y la División Leclerc. Así pues, la 13ª DBLE, cuando regresó al norte de África en julio de 1941, contaba ya con 300 republicanos en sus filas. Incluso desarticulada la Francia de Vichy, los partidarios de ésta se unieron a la lucha contra el Eje. Así pues, Giroud, Noguès y Juin organizaron a los legionarios en dos unidades: Primer Regimiento de Extranjeros de Infantería y Tercer Regimiento Extranjero de Marcha. Eran en total unos 6,500 soldados y de ellos el treinta por ciento eran españoles. Más tarde, estos regimientos se integraron, junto con la 13ª DBLE, en la 5ª División Blindada del general Lattre de Tassigny.


Leclerc comandó a los 16,000 hombres que la componían, de entre los cuales hubo varios centenares de republicanos españoles que prefirieron escoger esta división por su carácter antifascista, en lugar de la Legión Francesa del general Henri Giraud, de corte conservador.

La tercera unidad donde recalaron republicanos españoles fue la conocida 2ª División Blindada, una agrupación tardía. En ella figuraba como capitán Miguel Buiza, antiguo capitán de corbeta durante la Guerra Civil y último jefe de la escuadra republicana. Fue nombrado capitán de la Compañía Extranjera de los Cuerpos Francos, integrada por españoles procedentes del campo de concentración de Colomb-Béchar[viii].

La 2ª División Blindada de la Francia Libre, tendrá su origen en el Tchad africano, comandada por el recién ascendido Philippe Leclerc de Hauteclocque y nombrado gobernador de Camerún. Debido a su creciente protagonismo, obtuvo el mando de las fuerzas del Tchad el 2 de diciembre de 1940. Leclerc comandó a los 16,000 hombres que la componían, de entre los cuales hubo varios centenares de republicanos españoles que prefirieron escoger esta división por su carácter antifascista, en lugar de la Legión Francesa del general Henri Giraud, de corte conservador[ix].

Así pues, la división entró en acción en el combate por el norte de África junto a los Aliados, llegando a Trípoli donde, con materiales británicos, se reforzó. Poco tiempo después, la división fue trasladada a Marruecos, donde se ultimaron los preparativos para que finalmente entraran en combate en el continente europeo[x].

La 2ª DB fue formalmente constituida el 24 de agosto de 1943 en Temará, cerca de Rabat, Marruecos[xi]. La Segunda División desembarcó en Reino Unido en dos escalones entre el 11 de abril de 1944 y el 20 de mayo de 1944. Una vez arribada, los componentes fueron sometidos a un duro entrenamiento en Hull durante casi dos meses, con vistas al posterior desembarco en Francia, que se realizaría el 29 de julio de 1944. En la playa de Utah Beach dio comienzo la andadura de la famosa 9ª Compañía del 3er Batallón del Regimiento de Marcha del Tchad, más conocida como La Nueve, capitaneada por Raymond Dronne[xii].


La Nueve


Los españoles que optaron por servir en la 2ª División fueron distribuidos, sobre todo, en el 3er Batallón de Marcha del Tchad. Este batallón estuvo conformado por cuatro compañías[xiii], tres de combate y una de apoyo, siendo la Nueve una de éstas. Las cuatro compañías contaron con numerosos españoles, pero fue especialmente la 9ª Compañía en la que éstos fueron mayoritarios[xiv].


Fueron varios los miembros del PCE que se alistaron, sin embargo, muchos de los comunistas desertaron en Marruecos, donde creyeron oportuno organizar el maquis para combatir a Franco. En cuanto a los anarquistas, muy numerosos, se trataba de militantes de la Federación Anarquista Ibérica (FAI), de la CNT y algunos seguidores de los postulados creados por Durruti.

Según Dronne, de las cuatro compañías, sólo la novena podría considerarse una unidad española, debido a que de los 160 soldados, 146 eran españoles[xv]. Por tanto, tuvo la especial peculiaridad de estar compuesta, en su mayoría, por voluntarios españoles. Casi todos ellos fueron combatientes republicanos de la Guerra Civil y posteriores exiliados en el norte de África. La mayor parte de los componentes de La Nueve habían luchado, o en las filas del Ejército Popular de la República o en las milicias de defensa. Tras la caída del régimen republicano, los que decidieron exiliarse hacia Francia se vieron obligados a encontrarse con los exiliados que ya estaban en el norte de África[xvi].

En Sidi Ferruch coincidieron muchos de los que más tarde formarían La Nueve. Allí realizaron una breve instrucción antes de participar en la Segunda Guerra Mundial. Durante este corto periodo se hicieron ver las primeras diferencias entre los españoles y los mandos militares, pues los españoles eran reacios a acatar las órdenes emitidas por las autoridades militares francesas. En la Bizerta liberada fue donde muchos de estos españoles empezaron a alistarse a las filas del ejército de De Gaulle, incluso gran parte de ellos desertaron de la Legión de Giraud para unirse a las tropas capitaneadas por Leclerc. Entre la primavera y el verano de 1943, el Ejército francés ya contaba con 10,000 efectivos. Así pues, en Bizerta ya se reunieron los principales nombres como los fueron el propio Leclerc, Raymond Dronne, Amado Granell o Joseph Putz.

Quien también merece una mención particular es el antiguo concejal de Izquierda Republicana y oficial de las milicias populares de la Segunda República, Amado Granell Mesado, quien participó en la unidad militar republicana destinada a rescatar y salvaguardar obras de arte y en el sitio al Alcázar de Toledo. Mucho más tarde será el máximo protagonista de la 9ª Compañía, al ser el primer oficial que tome el ayuntamiento de París[xvii].

La mayoría de los componentes de la compañía de Leclerc eran anarquistas o comunistas que prosiguieron la lucha antifascista, pero esta vez integrados en el ejército francés. Fueron varios los miembros del PCE que se alistaron, sin embargo, muchos de los comunistas desertaron en Marruecos, donde creyeron oportuno organizar el maquis para combatir a Franco. En cuanto a los anarquistas, muy numerosos, se trataba de militantes de la Federación Anarquista Ibérica (FAI), de la CNT y algunos seguidores de los postulados creados por Durruti. Los anarquistas fueron los mayoritarios en la 3ª Sección del ayudante-jefe Campos. Por otro lado, había sobre todo republicanos moderados e independientes, quienes fueron los mayoritarios de las secciones 1ª y 3ª[xviii].

La 1ª Sección estuvo dirigida por el subteniente sevillano Vicente Montoya, un ex oficial de la policía republicana. A su vez, contó con la ayuda del sargento-jefe Federico Moreno Buenaventura, militante socialista. En cuanto al oficial al mando de la 3ª Sección de Combate, fue el Sargento Mayor Campos, quien también combatió en la Guerra Civil[xix]. Embarcados en la primavera de 1944 en Mazalquivir y Casablanca, fueron reagrupados en Inglaterra, y llegaron a Southampton el 30 de julio; el primero en arribar fue el 3er Batallón del Regimiento de Marcha del Tchad (3er RMT)[xx].


III. La Batalla de Normandía


El Día D


Entre los primeros días del mes de junio y los primeros días de julio, los Aliados, a pesar de la resistencia que ofrecieron los nazis, consiguieron establecer una fuerte cabeza de puente, tomaron el puerto de Cherburgo, aseguraron la península de Cotentin y liberaron Caen[xxi]. Una vez asegurada la línea costera, el primero en desembarcar fue el comandante Repiton-Préneuf, hombre de confianza de Leclerc. Fue él quien recibió a Philippe Leclerc en la playa, acompañado de un representante de la división del general Patton. Los siguientes en desembarcar fueron los miembros del 3er Batallón del Regimiento de Marcha del Chad, excepto la 9ª Compañía, quienes lo hicieron entre el 31 de julio y el 1 de agosto[xxii], para ser a continuación incorporados en el cuerpo del ejército del general Leonard Townsend Gerow y puestos a cargo del oficial anglosajón Haislip, quien para el 15 de agosto de 1944 aguardaba en la localidad de Argentan[xxiii].

Por estas fechas, la 2ª DB se encontraba librando combates en el corredor de Falaise, a unos 250 km de París, tratando de cerrar el paso a las columnas nazis que se replegaban desde Normandía y Bretaña[xxiv]. Nada más llegar a la cercana villa de Ecouché, la división atacó a la columna enemiga, consiguiendo destruir la mayor parte de los vehículos alemanes. Tras ocupar el pueblo, La Nueve recibió la orden de esperar y resistir los embates de los nazis, ayudados por la Resistencia.

Tras conseguir el pueblo de Ecouché, Leclerc esperaba impaciente la orden de avanzar sobre París, pero ésta no era la intención del alto mando estadounidense, que pensaba rodear por el norte la capital francesa. Para los norteamericanos, tomar París debilitaría a las fuerzas aliadas y por tanto, retrasaría el final de la guerra.

A las 9:30 de la mañana del 10 de agosto de 1944, la compañía española se dirigió a Neuville-sur-Sarthe, rodeando por el norte la localidad de Le Mans. Cruzaron el río Sarthe por el sur de Neuville, dirección Montreuil, donde debían establecerse. En la tarde del 17 de agosto, Miguel Campos decide contraatacar, se infiltra más de tres kilómetros en las líneas enemigas y se enfrenta a las fuerzas de las SS alemanas sin sufrir una sola baja, hace 129 prisioneros, libera a 8 norteamericanos y captura 13 vehículos[xxv].

La épica resistencia, en este caso en Ecouché, una vez más protagonizada por los españoles, fue ocultada por la radio británica BBC, la cual otorgó los méritos de aquella sangrienta victoria a las tropas británicas,[xxvi] a pesar de que fueron los españoles los que tuvieron que resistir y combatir a la 2ª y 9ª divisiones Panzer[xxvii].



Autor desconocido. “La Nueve tras tomar Berchtesgaden”, 5 de mayo de 1945, en Mesquida, E., La Nueve: los españoles que liberaron París, p. 182.


La liberación de París


El 22 de agosto de 1944 el alto mando de los Aliados decidió avanzar sobre París. La principal razón por la cual accedieron a liberar la capital fue para evitar que la Resistencia, organizada por el Partido Comunista Francés, fuera la protagonista de la expulsión de los nazis de la capital de Francia. Así pues, esta drástica decisión respondió a las luchas entre un bando aliado de carácter conservador y unas fuerzas de liberación internas de carácter popular y marcadamente izquierdista[xxviii].

Fruto de las luchas de los gaullistas por acaparar el protagonismo de los comunistas en la liberación de la capital, el oficial Charles Luizet fue enviado a París para desbaratar el plan de Rol Tanguy. El primer paso fue lograr que un grupo de rebeldes tomaran la Prefectura. De este modo los gaullistas tendrían un puesto consolidado para controlar las maniobras de sus adversarios políticos. Pese a este hecho, para el 20 de agosto, Rol consiguió extender la revolución por toda la capital, incluso comenzaron a operar diversos grupos armados de las Fuerzas Francesas del Interior atacando a vehículos y soldados nazis[xxix].


Nuevamente, junto a los repiques de campanas de las iglesias y las celebraciones de la población local de los sublevados, se escucharon los famosos “¡Ay, Carmela!” y “La Marsellesa”. Los aproximadamente 120 españoles fueron los primeros soldados del ejército francés en ser recibidos por la Resistencia, que lo trató como auténticos héroes. Sin embargo, la prensa francesa ocultó a los verdaderos protagonistas...

El 23 de agosto de 1944, La Nueve se convierte en la punta de lanza de la 2ª DB[xxx]. Así pues, en esta larga jornada, pasaron por Boucé, La Lande-de-Goult, Aleçon, Mamers, Beleme, Nogent-le-Rotrou, atravesaron los valles y bosques del Perche, las llanuras del Maine y otros lugares, hasta llegar a la localidad de Nemours. En total recorrieron 210 kilómetros, todo un mérito, contando con que movilizaron 4,000 vehículos de todas las clases[xxxi].

Tras un receso, el 24 de agosto de 1944, la 9ª Compañía de la 2ª División Blindada partió al amanecer con el objetivo de alcanzar París. Las secciones de los oficiales Campos y Elías avanzaban rápidamente y con solvencia[xxxii]. El capitán Dronne recibió la orden de avanzar hacia el sur de la ciudad y para ello debían de tomar la carretera Orleans-Étampes-París. Aunque después de un cúmulo de malas decisiones adoptadas por el alto mando aliado que significaron, fundamentalmente, hacer retroceder a la compañía a las 19:00 horas de la tarde, desde Fresnes a Croix de Berny, incomprensiblemente, a las 20:00 horas de la tarde tuvieron que retomar el avance.

Conforme La Nueve avanzaba iba encontrándose con el júbilo de la población local, que celebraba con esperanzas la llegaba de los libertadores. También fueron emotivos otros hechos como el encuentro con el periodista Robert Capa u otros brigadistas internacionales como el brigadista Lincoln, de la 15ª Brigada Internacional. Todo ello entre cantos y gritos, entre los que se podía escuchar “viva la República” o “venceremos”.[xxxiii]

Mientras tanto, en la tarde del 24 de agosto, París era un hervidero de combates y escaramuzas en los que se lanzaban cócteles Molotov, se hacían barricadas y se divulgaban carteles explicativos para crear armamento incendiario de forma manual. En medio de este caos, el general Leclerc hizo llegar a la población, que resistía a las guarniciones nazis, un telegrama animando a resistir y aguardar: “Tenez bon. Nous arrivons”[xxxiv].

Al anochecer del 24 de agosto, ante el temor de la llegada de los americanos, el general Leclerc ordenó a Dronne que introdujera a sus hombres entre las filas del comandante Putz y el coronel Warabiot, y que entraran en el corazón de la ciudad aquella misma noche. Por otro lado, Amado Granell siguió otro itinerario con una sección a su mando, siendo el primero en llegar a la plaza del ayuntamiento, desde donde pidió refuerzos a Dronne[xxxv].

De este modo, a las 21:22 horas de la noche del 24 de agosto de 1944, la 9ª Compañía entra por la Puerta de Italia[xxxvi]. El blindado Guadalajara será el que encabece el avance, guiado por las calles de París por un lugareño armenio llamado Dikran. Así pues, la compañía española llegó a la plaza del ayuntamiento de París, en la noche del 24 de agosto.

Nuevamente, junto a los repiques de campanas de las iglesias y las celebraciones de la población local de los sublevados, se escucharon los famosos “¡Ay, Carmela!” y “La Marsellesa”[xxxvii]. Los aproximadamente 120 españoles fueron los primeros soldados del ejército francés en ser recibidos por la Resistencia, que lo trató como auténticos héroes[xxxviii]. Sin embargo, la prensa francesa ocultó a los verdaderos protagonistas: a pesar de que Amado Granell apareció en la portada del periódico Libération, el 25 de agosto, en lugar del blindado Guadalajara, para la prensa fue el Romilly el que en primer lugar pisó la plaza del ayuntamiento[xxxix].

A las nueve de la mañana del 25 de agosto, los blindados de la compañía se disponen a reducir los últimos conatos de resistencia alemana, aunque estas operaciones se pospondrán hasta las doce del mediodía, a la espera de los resultados de las negociaciones con el general nazi Von Choltitz[xl], quien ocupa la central telefónica de la calle Archives. La operación será llevada a cabo por la 1ª Sección de la 9ª Compañía, es decir, la dirigida por el subteniente Elías.

Durante el 25 de agosto, las fuerzas de la 2ªDB se desplegaron por todo París, apoyadas por la resistencia del interior de la ciudad y siendo guiadas hacia los principales puntos de atrincheramiento de tropas alemanas. En estas operaciones participaron unos 3,000 republicanos españoles, jugando un papel destacado en los combates de la Ópera de París, el Hotel Meurice, Plaza de la República, Jardín de Luxemburgo y la Escuela Militar[xli].


IV. La Nueve tras la Liberación


El asalto al Nido de Águilas


Una vez que París fue liberada, los republicanos españoles creyeron que había llegado el momento de reclamar el avance sobre la España de Franco, o al menos así lo quisieron muchos de los componentes de la novena. Tales fueron las ansias de retornar a una España liberada, que el oficial Miguel Campos encañonó la embajada franquista en París. Este curioso hecho fue resuelto de manera pacífica por Amado Granell, quien convenció al oficial para que no disparara. En cambio, colocaron la bandera republicana en lugar de la franquista[xlii].

Pronto se dieron cuenta de que invadir España no entraba dentro de los planes de los Aliados. Incluso fueron disuadidos continuamente con falsas promesas de retorno y con informes equívocos, por parte del mando Aliado. Así lo prueban los testimonios de Rafael Gómez, Daniel Hernández, Manuel Lozano, Fermín Pujol y de Faustino Solana, recogidos por Evelyn Mesquida[xliii].

Tras una breve campaña en el estuario de la Gironde, el 27 de abril de 1945, La Nueve cruza el Rhin. De nuevo, el alto mando Aliado no quería que fuera la División Leclerc la que llegara en primer lugar a Berchtesgaden, el refugio de Hitler, sin embargo, Philippe Leclerc desobedeció las directrices marcadas y avanzó con su división hasta llegar al refugio del Führer. El 5 de mayo de 1945, los españoles de Dronne, tras 36 horas de duros combates a tiro de las ametralladoras de las SS, llegaron a Berchtesgaden, el famoso Nido de Águilas de Hitler[xliv].


V. Reflexión final


El estudio de la documentación relativa a la participación de los exiliados republicanos en la lucha de liberación francesa, nos aporta un mayor conocimiento acerca del carácter claramente ideológico del exilio, habitualmente atenuado por la historiografía y que en un gran número de ocasiones, terminó en una activa lucha armada contra el fascismo, siendo el caso de La Nueve el más relevante. Junto a otros centenares de españoles de otras subdivisiones militares, los integrantes de La Nueve lucharon en el ejército de la Francia Libre aportando su magnífica experiencia militar, adquirida en la mayoría de los casos, en el Ejército Popular y en otras milicias republicanas durante la Guerra Civil Española.

Fueron un grupo heterogéneo ideológicamente, pero al mismo tiempo homogéneo en su único y primordial objetivo, la generosa pretensión de devolver a Europa su libertad, esperando a cambio un único requerimiento, el poder volver a una España democrática. Olvidados y silenciados hasta nuestros días, he de reseñar que la memoria de estos combatientes no se debe perder en los avatares de la Historia.

NOTAS

[i] Mesquida, Evelyn & Semprún, Jorge. La Nueve: los españoles que liberaron París. Barcelona: La Esfera de los Libros, 2003, pp. 33-35.


[ii] Aznar Soler, Manuel. Max Aub, escritos sobre el exilio. Sevilla: Editorial Renacimiento, 2008, pp. 17-22.


[iii] Guzmán Espinosa, E. de. “Balance de una larga tragedia. El exilio español”, en Triunfo, No. 732, p. 34.


[iv] Santos Delgado, Félix. Exiliados y emigrados, 1939-1999. Madrid: Fundación Españoles en el Mundo, 1999, pp. 11-13.


[v] Beevor, Antony. La Guerra Civil Española. Barcelona: Crítica S.L, 2005, p. 581.


[vi] Flores, Xavier. “El Gobierno de la República en el exilio. Crónica de un imposible retorno”, Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, Historia Contemporánea, No. 14, p. 311.


[vii] Calvocoressi, Peter & Wint, Guy. Guerra total. 1, La Segunda Guerra Mundial en occidente. Madrid: Alianza Editorial, 1979, pp. 332-333.


[viii] Serrano Fernández, Secundino. La última gesta. Los republicanos que vencieron a Hitler (1939-1945). Madrid: Santillana Ediciones Generales, S. L. Ediciones El País, S. A, 2005, pp. 126-305.


[ix] Domingo Álvaro, A. Historia de los españoles en la II Guerra Mundial. Sus peripecias en todos los frentes y bajo todas las banderas. Córdoba: Editorial Almuzara, 2009, p. 281.


[x] Vilanova I. Andreu, Antoni. Los olvidados. Los exiliados españoles en la Segunda Guerra Mundial. París: Ruedo Ibérico, 1969, pp. 362-366.


[xi] Hernández Garvi, José Luis. “Españoles en la II Guerra Mundial. Los libertadores de Europa”, en Historia de Iberia Vieja, No. 55, pp. 12-21.


[xii] Vilanova I. Andreu, Op. Cit., p. 369.


[xiii] Hernández Garvi, Op. Cit., p. 17.


[xiv] Gaspar Celaya, D. La Guerra Continúa. Voluntarios españoles al servicio de la Francia libre (1940-1945). Madrid: Editorial Marcial Pons Historia, 2015, pp. 420-421.


[xv] Mesquida, Op. Cit., p. 109.


[xvi] Vilanova I. Andreu, Op. Cit., p. 371.


[xvii] Trilles, B. “Amado Granell: El valenciano que liberó París”, en Debats, No. 124, pp. 94-96.


[xviii] Asociación Histórico-Cultural Los Cosacos de la Nueve. Boletín Informativo del Grupo de Reconstrucción Histórica “La Nueve”. http://www.lanueve.net/les-cosaques-mayo-2003.html


[xix] Ibidem.


[xx] Vilanova I. Andreu, Op. Cit., p. 384.


[xxi] Artola Menéndez, Ricardo. La II Guerra Mundial, de Varsovia a Berlín. Madrid: Editorial Alianza, 2005. p. 181.


[xxii] Mesquida, Op. Cit., pp. 134-136.


[xxiii] Beevor, Antony. El día D. La batalla de Normandía. Barcelona: Crítica, 2009, pp. 486-561.


[xxiv] Pons Prades, E. “Republicanos españoles en la liberación de París”, en Tiempo de Historia, No. 3, pp. 10-12.


[xxv] Marquardt, La Nueve, los olvidados de la victoria, 2010.


[xxvi] Martínez Roca, Francisco. Los surcos del azar. Bilbao: Astiberri Ediciones, 2017, p. 242.


[xxvii] Rámila, Janire. “Aquellos locos y valientes españoles de la Nueve”, en Historia de Iberia Vieja, No. 55, p. 27.


[xxviii] Martínez Roca, Op. Cit., 249.


[xxix] Lapierre, Dominique & Collins, Larry. ¿Arde París? Barcelona: Plaza & Janes, S. A. Editores, 1966, pp. 148-149.


[xxx] Domingo Álvaro, Op. Cit., p. 288.


[xxxi] Vilanova I. Andreu, Op. Cit., pp. 416-418.


[xxxii] Domingo Álvaro, Op. Cit., pp. 288-290.


[xxxiii] Martínez Roca, Op. Cit., pp. 262-263.


[xxxiv] Pons Prades, Op. Cit., p. 19.


[xxxv] Mesquida, Op. Cit., p.145.


[xxxvi] Domingo Álvaro, Op. Cit., p. 290.


[xxxvii] Martínez Roca, Op. Cit., pp. 264-279.


[xxxviii] Hernández Garvi, Op. Cit., p. 20.


[xxxix] Marquardt, Op. Cit.


[xl] Pons Prades, Op. Cit., pp. 20-21.


[xli] Mesquida, Op. Cit., p. 154.


[xlii] Martínez Roca, Op. Cit., pp. 287-288.


[xliii] Mesquida, Op. Cit., pp. 183-235.


[xliv] Vilanova I. Andreu, Op. Cit., pp. 459-462.



Antonio Villegas Vega es graduado en Historia por la Universidad de Málaga y actualmente se encuentra realizando un máster de Arqueología en la Universidad de Granada. Ha participado en varios proyectos de investigación arqueológica con instituciones como la Sociedad de Ciencias Aranzadi y el Proyecto GEA de la Universidad de Granada. Su principal interés gira en torno a la protohistoria del litoral mediterráneo del sur de la Península Ibérica y los estudios en relación al periodo de la Segunda República Española, la Guerra Civil y la posterior represión política de la dictadura franquista.

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