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PENSAMIENTO COLONIZADO DE LA MUJER NIGERIANA INMIGRANTE EN DOS CUENTOS DE CHIMAMANDA NGOZI ADICHIE

Pilar Alejandra García Ayala

Universidad Autónoma de Aguascalientes


La colonización llevada a cabo por el blanco siempre se ha visto impregnada de una violencia necesaria para mantener bajo control al dominado, la cual se lleva a cabo de manera política, económica, social, física y mental, encasillando a los colonizados a un área determinada, ajena a la del europeo, y asegurando su distancia tanto por fuerzas militares como por determinación mental, siendo ésta última de suma importancia para la prevalencia del sistema colonizador más allá del territorio geográfico.

El mundo que nos rodea está lleno de una diversidad de culturas con sus respectivas lenguas, tradiciones, costumbres y formas de concebir a la sociedad, al ser humano y al entorno en que se vive. Es por ello que en determinado momento ‒más pronto de lo que quizá uno desearía‒ nos encontramos ante los “otros”, aquellos individuos ajenos a nuestra forma de vida “normal”, a nuestro pensamiento, a nuestra rutina diaria, incluso ajenos a nuestro color de piel. Tal enfrentamiento de culturas ha tenido consecuencias variadas a lo largo de los años en distintos ámbitos del desarrollo social, pero la más notoria fue la colonización europea de América, Asia y África iniciada a partir de finales del siglo XV e inicios del XVI.

Los europeos, concibiéndose a sí mismos como blancos, han utilizado al individuo como estandarte y estructura para formar su sociedad en pro de su bienestar, haciendo uso de la religión y la razón para legitimar el dominio de los extraños y estableciendo dicotomías antagónicas como civilizado/ bárbaro, razón/irreflexión, blanco/ negro, hombre/ mujer, entre otros, las cuales hasta hoy prevalecen. Estas dicotomías ayudaron al hombre blanco a establecer un dominio entre las distintas regiones colonizadas a partir de la raza, puesto que era símbolo y referente inmediato de los atributos positivos de las dicotomías ya mencionadas, relegando así a los no blancos a un escalafón social, político y económico muy por debajo de la categoría de los blancos, lo que dará pie a la estructura de los países subdesarrollados a partir de la concepción colono/ colonizado.


Chimimanda Ngozi Adichie. Fotografía, New African Magazine


La colonización llevada a cabo por los blancos siempre se ha visto impregnada de una violencia necesaria para mantener bajo control al dominado, la cual se lleva a cabo de manera política, económica, social, física y mental, encasillando a los colonizados a un área determinada, ajena a la del europeo, y asegurando su distancia tanto por fuerzas militares como por determinación mental, siendo ésta última de suma importancia para la prevalencia del sistema colonizador más allá del territorio geográfico. Es por ello que en este ensayo se analizará la concepción de la mujer negra sobre sí misma en los cuentos “De imitación” y “Algo alrededor de tu cuello” de la nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, a partir de la crítica al colonialismo de Franz Fanon. Se debe aclarar que la intención del ensayo es observar si permanece la concepción colonizada de la mujer en los personajes femeninos presentados dentro de dichos cuentos, y si su condición de inmigrante contribuye a la perpetuación o a la liberación de la colonización.

En primer lugar, se hará un breve resumen de los cuentos para entender las situaciones que se desarrollan en los mismos. “De imitación” narra la historia de Nkem, una mujer que pertenece a la élite nigeriana y vive en los Estados Unidos con sus hijos, como un ama de casa pudiente, mientras Obiora, su marido, vive la mayor parte del tiempo en Nigeria, visitando a su familia dos meses al año y en navidad. Nkem lleva su vida “de plástico” como buena “americanah”, subordinada a los deseos y dirección de su esposo ausente, hasta que una amiga le comenta por teléfono que ha visto a Obiora vivir con una amante. Es entonces que comienza a reflexionar sobre su vida de plástico y cómo ha permitido que todo sucediera de esa forma. Por otra parte, “Algo alrededor de tu cuello” cuenta la historia de Akunna, una mujer de veinte años que se gana una visa de residencia en Estados Unidos y emprende el viaje sola, intentando realizar el sueño americano a un corto plazo, pero al llegar al nuevo país se da cuenta que en realidad es un mundo hostil y adverso, donde la ignorancia y la prepotencia van a marcar el trato con los ciudadanos, incluso con las personas por las que siente amor y confianza, como su pareja sentimental.

Ahora se enunciarán los aspectos esenciales del colonialismo para contextualizar la mirada que se esperaría encontrar en los personajes. El mundo colonialista, según Franz Fanon, se encuentra dividido en dos. Por un lado están las ciudades o zonas capitalistas habitadas por los colonizadores de piel blanca (en su mayoría) y por otro se encuentran las ciudades o zonas colonizadas habitadas los nativos (negros, árabes, asiáticos) (Fanon, 32). Ambas zonas no son complementarias, sino antagónicas, heterogéneas y excluyentes; allí el soldado funge como intermediario entre unos y otros, siempre ejerciendo violencia tanto física como mental en los colonizados (Fanon, 33). Esto crea una enorme diferencia entre ambos mundos, pues la ciudad del colono es “harta, perezosa, su vientre está lleno de cosas buenas permanentemente” (Fanon, 33), en tanto que la ciudad del colonizado está “hambrienta de pan, de carne, de zapatos, de carbón, de luz” (Fanon, 34).

Esta división de entornos se puede observar en ambos cuentos. En el caso de “De imitación”, se muestra el pasado de Nkem, cuando su familia era tan pobre que no tenía ni siquiera ñames para comer, optando por “hojas de plantas que nadie más comía y [su madre] hacía sopa con ellas, insistiendo en que eran comestibles. Para Nkem siempre sabían a orina, porque veía a los chicos del barrio orinar en los tallos de esas plantas” (Adichie, 30). También se muestra la vida “de plástico” en Estados Unidos, donde los niños desprecian la comida que se cae al suelo, con vecinas “todas blancas, delgadas y rubias” (Adichie, 24) viviendo en “grandes mansiones en colinas solitarias” (Adichie, 26). En el caso de “Algo alrededor de tu cuello” se compara a lo largo de todo el cuento la disparidad del mundo de los neocolonizadores (entendidos como las potencias que siguen manejando a los países subdesarrollados, pero de manera tácita por medio de préstamos y acuerdos económicos), donde se tiene la ilusión de que “dentro de un mes tendrás un gran coche. Luego una gran casa” (Adichie, 100), y donde suelen dejar una gran “cantidad de comida […] en el plato junto a unos billetes arrugados, como si fuera una ofrenda, una expiación por la comida desperdiciada” (Adichie, 103).

La dicotomía del mundo colonialista se valida por el aspecto físico mediante “el movimiento de dominio [del colono], de explotación, de pillaje” (Fanon, 44), hacia “la cosa colonizada, arrollada, expoliada” (Fanon, 44) que alimenta ese movimiento; pero también mantiene su valor se superioridad en el aspecto mental a través de la historia puesto que “el poder permite no sólo contar la historia del otro, sino hacer que esa historia se convierta en la única historia sobre ese otro” (Adichie). La única historia sobre el colonizado es aquella en la que se le concibe como alguien sin valores, alguien que siempre ha sido ajeno a ellos y por tanto “el mal absoluto” (Fanon, 36). Incluso se utiliza esa única historia para poder objetivar al grupo subordinado (Hill Collins en Jabardo Velasco, 43). Esto hace que la objetividad esté dirigida en contra del colonizado (Fanon, 60), elaborando estereotipos de los africanos como pobres, destinados a morir de de hambre o SIDA y que nunca en su vida han visto un coche.

A pesar del desdén que intenta sentir Akunna hacia el muchacho por el hecho de ser blanco, no lo logra, pues ve en él la posibilidad de una convivencia en igualdad, ya que el trato que le ofrece es más humano. Sin embargo hay un choque constante entre ellos, debido a que las diferencias de colonizador/ colonizado no desaparecen, sólo se vuelven más sutiles.

Los estereotipos creados a partir de la subordinación colonizadora de los africanos por los blancos se observan en ambos cuentos. En “De imitación” se ve a Nkem como alguien inferior si se compara con sus vecinas rubias a su llegada a Estados Unidos, pues se menciona que “no le importó que su acento o su condición de extranjera le hicieran parecer una inútil” (Adichie, 24); igualmente se puede observar que no sólo permite que sus vecinas tengan la impresión de ser inútil por ser extranjera, sino que lo acepta de forma tácita al dejarse llevar por el trato “acogedor” de las vecinas. De igual forma, los vecinos se extrañaron al saber que Obiora vivía en dos casas distintas, pues no entra dentro de la norma social colona, por lo que el esposo señala: “Si hacías algo de una manera diferente te tomaban por raro, como si su forma de actuar fuera la única posible” (Adichie, 24). Esta forma de vida parece, en un primer momento, una opción específica de la vida colonizada ajena a la vida del colono, sin embargo, más adelante se menciona la existencia de parejas nigerianas viviendo juntas todo el tiempo, por lo que se rechaza tal posibilidad. En el caso de “Algo alrededor de tu cuello”, la gama de tratos con las que se subordina a los africanos es más amplia, desde la perpetuación del estereotipo de los africanos pobres y ajenos a la tecnología: “te preguntaban dónde habías aprendido inglés, si en África había casas de verdad y si antes de ir a Estados Unidos habías visto un coche” (Adichie, 101), hasta la idea de que todos los extranjeros negros venían de Jamaica o la bestialidad que les confieren por considerarlos carentes de valores: “a los pocos meses de que ellos se mudaran a su barrio, los vecinos comentaban que las ardillas habían empezado a desaparecer. Habían oído decir que los africanos comían toda clase de animales salvajes” (Adichie, 101); sin olvidar la imagen idealizada por el exotismo que emergía de los colonizadores al pensar en África y los africanos como un lugar de turismo y disfrute.

La percepción que tienen Nkem y Akunna nos da dos perspectivas diferentes pero complementarias sobre los colonizadores. En el caso de Nkem, la relación con los estadounidenses es en apariencia amigable debido al buen trato que recibe al mudarse de país, sin embargo, es siempre distante, marcando una diferencia entre las vecinas y ella, aunque vivan en la misma colonia, por lo que la única amiga que tiene en el país es su criada:


Es lo que Estados Unidos logra de ti, piensa. Te impone el igualitarismo. Como no tienes a nadie con quien hablar, aparte de tus hijos pequeños, recurres a la criada. Y antes de que te des cuenta es tu amiga. Tu igual (Adichie, 28).


En este fragmento se muestra la división colonial entre blancos norteamericanos y negros africanos, así como la disolución de la división de estratos socioeconómicos entre las mujeres nigerianas, pues la raza sigue implicando una mayor importancia en la escala jerárquica, debido al territorio en el que se encuentran. Sin embargo, esa clasificación con mayor poder no impide que se reestablezcan los estatus señora/criada, cuando se tratan temas muy personales, tal es el caso de la infidelidad que se menciona en el cuento.

En comparación, Akunna tiene una mayor interacción con el colonizador al tener que trabajar de camarera en un restaurante. Como ya se ha mencionado anteriormente, los norteamericanos la tratan como subordinada, puesto que establecen desde su ignorancia y su arrogancia, dejándose llevar por los estereotipos creados a partir de la única historia colona. Es por esto que la relación entre ambos es siempre hostil. En determinado momento aparece la figura de un joven blanco que no la ve con la prepotencia de los demás colonizadores. A pesar del desdén que intenta sentir Akunna hacia el muchacho por el hecho de ser blanco, no lo logra, pues ve en él la posibilidad de una convivencia en igualdad, ya que el trato que le ofrece es más humano. Sin embargo hay un choque constante entre ellos, debido a que las diferencias de colonizador/ colonizado no desaparecen, sólo se vuelven más sutiles. Esto se puede apreciar en la discusión de ambos ante la pregunta del camarero con la que “el chino había asumido que tú [Akunna] no podías ser su novia, y él había sonreído y no había dicho nada” (Adichie, 107), puesto que el joven no comprende cómo ella es menospreciada en compañía de un blanco, dando lugar a un consentimiento tácito en la perpetuación de la dicotomía.

Ahora bien, se ha de destacar que ambas mujeres siguen el patrón del colonizado que “lanza sobre la ciudad del colono […] una mirada de lujuria, una mirada de deseo” (Fanon, 34), por medio de la cual desean sustituir al colonizador. Este comportamiento se ve claramente en Nkem, pues al recordar su llegada, menciona el agrado que siente por la vida de sus vecinas blancas, a pesar de ser “de plástico”, esa vida en la que se comportaba como buena ama de casa, con criada, dos hijos y siempre dispuesta a satisfacer a su marido: “el viernes tiene hora para depilarse el vello púbico en una línea fina, como a él le gusta” (Adichie, 26). A éste le deja el mando de la familia y la responsabilidad de la toma de decisiones: “Nunca tomaron la decisión de que ella se quedara allí con los niños; Okay nació tres años después que Adanna. Sencillamente ocurrió” (Adichie, 26). Otra cosa que se puede destacar de este comportamiento del personaje es el seguimiento del canon estereotípico de los personajes femeninos como seres pasivos, sumisos y atemorizados (Pérez Ruiz, en Rodriguez Murphy, 36). En el caso de Akunna, este deseo de tomar el lugar del otro superior ‒en este caso el individuo blanco, ya sea hombre o mujer‒ es más sutil, pero se puede observar en el orden en que apoyaba a los participantes de Jeopardy!, según su género y color de piel: “mujeres negras, hombres negros, mujeres blancas y, por último, hombres blancos, lo que significaba que nunca apoyabas a los hombres blancos” (Adichie, 105). Lo anterior deja ver cómo invierte la dinámica colonial, reflejando así su deseo por sustituir al hombre blanco.

En todo el cuento se observa un deseo de la protagonista por descolonizarse, pero éste se ve truncado por dos razones: una es el encontrarse en un país donde se perpetúa la dicotomía colonialista que la mantiene en el mundo del colonizado sin forma de salir de él. La segunda razón es lo que Mekgwe denomina como “trampa colonial”, la cual consiste en definirse a partir del otro, lo que fortalece la dicotomía y centra la atención en el individuo blanco superior....

Finalmente, se hará énfasis en las actitudes de los personajes femeninos al final de sus respectivos cuentos. Nkem, después de reflexionar a profundidad y no saber cómo es que derivó su vida en asumir pasivamente situaciones que ni se imaginaba como posibilidades, decide regresar con su familia a Nigeria, tomando un papel activo. Esta conclusión la lleva a cabo después de contraponer en varios momentos del cuento su vida norteamericana con su vida en Nigeria y con una idealización de la vida precolonial africana, lo que haría pensar que decidió dar un paso hacia la descolonización de sí misma al elegir regresar con su familia a su país natal. Sin embargo, el detonante de esa comparación es la infidelidad de su esposo con una nigeriana de Lagos, por la que crea un rencor a lo largo de su monólogo interior, dejando casi intacta la imagen de su marido. Esta actitud demuestra un recelo al saber que sus pertenencias están siendo arrebatadas, lo que confiere una actitud de defensa al estilo de un colonizador sobre sus territorios, por lo que más que una descolonización, es un retorno a la dicotomía, pues Nkem termina por asimilar totalmente la vida que había estado llevando desde su inmigración a Estados Unidos.

En el caso de Akunna, ella retorna a Nigeria al enterarse de la muerte de su padre, sin permitir que su novio blanco la acompañe, mientras que él le pregunta si volverá. Este es un final parcialmente abierto, ya que no se sabe si retornará a su vida en el primer mundo o si permanecerá en su país natal; sin embargo, da la sensación al lector, tras las intensas luchas y choques con la sociedad del colono, así como la incomprensión total de Akunna por el hombre blanco, que no retornará. En todo el cuento se observa un deseo de la protagonista por descolonizarse, pero éste se ve truncado por dos razones: una es el encontrarse en un país donde se perpetúa la dicotomía colonialista, que la mantiene en el mundo del colonizado sin forma de salir de él. La segunda razón es lo que Mekgwe denomina como “trampa colonial”, la cual consiste en definirse a partir del otro, lo que fortalece la dicotomía y centra la atención en el individuo blanco superior, en lugar de enfocar su atención, en este caso, en la nigeriana negra (Landaluze y Espel, 45).

A manera de conclusión, podemos decir que dentro de las narraciones analizadas se encuentran dos personajes femeninos que a pesar de la situación de inmigrantes en la que se encuentran, de la situación de globalización que les permitiría abrir el panorama y de su comprensión del contexto que daría pie a su descolonización, en ninguno de los dos casos les es posible eliminar la postura de ambas, contrario a ello, reafirman la polaridad de la dicotomía colonialista. Esto se observa como una consecuencia tanto del entorno que las rodea, el cual se estructura a partir de la perpetuación dicotómica colonizador/ colonizado, como del condicionamiento mental en el cual han vivido, además del juego constante de las relaciones de poder que se crea a partir del colonialismo existente, en el cual ellas participan con la intención de invertir los papeles, más que de eliminar dichas estructuras.


El pensamiento colonizado de la mujer nigeriana. Ilustración, Pickled Punk


BIBLIOGRAFÍA

-Ngozi Adichie, Chimamanda, Algo alrededor de tu cuello. Madrid: Random House, 2015.

-Fanon, Frantz, Los condenados a la tierra. 2ª edición. México, DF: Fondo de Cultura Económica, 1965.

-Murphy, Elena Rodriguez, "Nuevas escritoras nigerianas: Chimamanda Ngozi Adichie, feminismo (s) africano (s) y «el peligro de una sola historia»", en Asparkía. Investigación feminista. No. 28, 2016, pp. 33-49.

-Jabrado Velasco, Mercedes, "Desde el feminismo negro, una mirada al género y la inmigración", en Feminismos en la Antropología: nuevas propuestas críticas. Gipuzkoa: Ankulegi, 2008, pp. 39-54.

-Zirion Landaluze, Iker y Leire Idarraga, Espel, “Los feminismos africanos. Las mujeres africanas “en sus propios términos”, en Relaciones Internacionales. No. 27, octubre 2014-enero 2015, pp. 35-54.


Pilar Alejandra García Ayala es originaria del estado de Aguascalientes. Estudia la licenciatura en Letras Hispánicas en la Universidad Autónoma de Aguascalientes. Ha colaborado con gráfica y narrativa en las revistas universitarias Pirocromo, Tierra Baldía y Aguaardiente. En 2017 se desempeñó en el ámbito de edición del boletín trimestral del programa Universidad Saludable de la UAA. Fue ponente en el CONELL 2018. Formó parte del consejo editorial de la revista Pirocromo y funge como asesora en el Centro de Educación para Adultos.

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