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LAS MEMORIAS COMO COYUNTURA ENTRE LO PERSONAL Y LO POLÍTICO

Actualizado: 21 ago 2019

Dra. Marcela Patricia Zárate Fernández



La académica uruguaya, radicada en México, Silvia Dutrénit ha planteado sobre el exilio y su relación con la memoria del que sufre el proceso de ser desterrado de su país de origen que:


Todo abordaje de las experiencias de exilio se torna complejo. La sensibilidad del desterrado, los duelos, los traumas, los silencios obligados, los tiempos de elaboración de las circunstancias vividas, en fin, estos y otros aspectos propios de la subjetividad de los protagonistas y de quienes de algún modo se vieron afectados por las consecuencias exiliares, generan silencios, olvidos, fracturas de memoria (Dutrénit, 165).


A partir de esta referencia se puede señalar que cada uno de los exiliados vive su destierro de forma sumamente personal y procesa cada una de sus experiencias de manera diferente. Al respecto, tres grupos de exiliados son visibles: el primero es aquel que a la salida de su país de origen decide olvidar, dejar atrás el pasado para de esta manera comenzar una nueva vida; el segundo grupo se encuentra conformado por personas que deciden no olvidar pero no mencionar lo que les había sucedido y lo que estaba ocurriendo en su país. Por último, se encuentran los exiliados que no han deseado olvidar ni callar y que de cualquier manera se han hecho escuchar, además ellos son sujetos activos a través de denunciar las situaciones de peligro, amenazas, muertes, secuestros y desapariciones.

De lo anteriormente expuesto se afirma que las memorias de la política han jugado un rol importante para la recreación de los recuerdos de acontecimientos históricos durante momentos de rupturas sociopolítica. Definitivamente este tipo de memorias elaboran creaciones específicas de las experiencias de los sujetos, y es mediante ellas que se pueden obtener diversas versiones de un mismo acontecimiento histórico. En el caso de la producción artística durante los momentos de rupturas, ésta normalmente muestra la resistencia al olvido, atrapa la memoria y alza la voz para denunciar, es un registro de las memorias de la política.

Específicamente durante las dictaduras militares instauradas en Latinoamérica en las décadas de los 70 y 80, el arte en el exilio hizo visible la violencia que estaba llevándose a cabo sobre todo en Sudamérica, en los espacios dominados por la Operación Cóndor. Entre los productos artísticos que reflejaron la realidad latinoamericana, la literatura se convirtió en uno de los mecanismos para ir dejando la memoria registrada, ya que, como señala María Sonderéguer:


(...) el relato es una manera de archivar, el archivo es una operación de la memoria colectiva. Las historias de vida son micronarraciones que logran articular al mismo tiempo procesos subjetivos y objetivos, ‘micro’ y ‘macro’ y es posible leer en las historias individuales condiciones y relaciones sociales históricas (Sonderéguer, 116).


Hacia dónde va México. Ilustración, Pickled Punk


Un texto literario que visualiza la memoria de su escritora y se solidariza con la situación que atravesaron miles de latinoamericanos que tuvieron que abandonar su país de origen para refugiarse del terror que se estaban viviendo a causa de las dictaduras, es la obra teatral La embajada de la escritora uruguaya Marina Rodríguez. Esta pieza fue llevada a escena en la sala Atahualpa del Teatro El Galpón en Montevideo el 20 de julio de 2007, y retrata los momentos de la dictadura cívico militar instaurada por Juan María Bordaberry en 1973.

Como su propio nombre lo señala, La embajada cuenta la historia de once personajes que convergen dentro de la embajada mexicana en Uruguay a los inicios de la dictadura antes señalada. Los personajes de esta pieza teatral son: Don Vicente Muñiz Arroyo, embajador de México en Uruguay (1974-1977), Teresa, quien es la ama de llaves de la embajada, mientras que el grupo de asilados son Beto Palleja, Juan, Elsa, Martha, Gaby, Claudia, Julio, Jorge y un hombre que aparece sin nombre. Cada uno de los personajes asilados va dando a conocer su experiencia personal y la situación por la que está huyendo de su país de origen. Es así que podemos apreciar que ellos poseen diferentes memorias de la política y a través de sus vivencias se puede hacer una revisión de cómo la dictadura uruguaya afectó a personas de diferentes edades y estratos sociales.

en esos momentos los adolescentes y adultos jóvenes eran los más vulnerables para ser desaparecidos mientras los militares se apropiaban de sus hijos para darlos en adopción.

En el caso del personaje de Beto Palleja, él es el asilado más reciente que llega a la embajada debido a que la policía tenía cercada su casa para atraparlo. A causa de su escape imprevisto, Palleja tiene problemas psicológicos a causa de los remordimientos de haber dejado a su hija y esposa fuera, aunque gracias a la ayuda de Muñiz Arroyo, su familia le hará compañía en el exilio hacia México. Asimismo, Julio y Claudia llegan a la embajada junto con su bebé, mostrando así los problemas que existían en las parejas jóvenes, ya que en esos momentos los adolescentes y adultos jóvenes eran los más vulnerables para ser desaparecidos mientras los militares se apropiaban de sus hijos para darlos en adopción. Dentro de los jóvenes que acudieron a refugiarse a la embajada se encuentra el personaje de Jorge, un joven cercano a los estudiantes de las universidades, quien por esa razón se encuentra huyendo de la dictadura, puesto que otro de los blancos de ataque eran los estudiantes, quienes eran normalmente tomados como subversivos.

Por otro lado, Juan y Elsa representan un matrimonio maduro que tiene cimientos en Uruguay, así que su exilio les provoca impotencia y dolor porque a su edad tienen que renunciar a sus redes afectivas mayormente dentro de su entorno familiar. Por último se encuentran Martha y su hija Gaby, quienes llevan más tiempo en la embajada debido a que el esposo de Martha se encuentra en la cárcel y ella no ha podido obtener su firma de consentimiento para que se pueda sacar a Gaby de Uruguay ya que es menor de edad.

...las redes afectivas de los exiliados e insiliados se ven profundamente afectadas ya que ninguno de ellos sabe cuándo sucederá el regreso y cuántos de ellos estarán todavía presentes físicamente.

Dictadura en Uruguay. Archivo General de la Nación

Como puede observarse, el texto de Marina Rodríguez aborda una gama de memorias de la política, las cuales también pueden ser observadas en otros textos sobre el exilio, entre los que destaco Las veladas en el exilio de Luis Enrique Délano, El jardín de al lado de José Donoso, Soñé que la nieve ardía de Antonio Skármeta, Demasiados Héroes de Laura Restrepo y Primavera con esquina rota de Mario Benedetti. Específicamente sobre esta última, puedo observar que Marina Rodríguez ha dado guiños claros entre la historia de Martha y Gaby, y la obra de Benedetti, ya que ambas se enfocan en las relaciones conflictivas entre las personas que se encuentran exiliadas, asiladas, insiliadas y encarceladas. Todas estas situaciones específicas que sucedieron durante las dictaduras –y siguen existiendo- ocasionaron sobre todo fricciones a causa de las incertidumbres y miedos que se vivieron en esos momentos, sentimientos que son parte de las memorias de la política. Sobre esta realidad, en La embajada puede leerse:


Don Vicente - ¡Esta Gaby! La plática con esta señora, tu suegra, no fue buena. No quiere llevar el permiso para que lo firme tu marido en el penal. Dice que lo va a comprometer... ¡hazme el favor!

Martha - No entiende nada, pobre vieja. Tiene que ser clarito con ella: ‘Mire, señora: es peor para su hijo que lo saquen del penal encapuchado y que se crea que lo llevan a la máquina de vuelta. ¿Entendió, señora?

Don Vicente - Ella no cree que esas cosas pasen en este país, Martita (Rodríguez, 21).


Dentro de las memorias de la política de la dictadura uruguaya que se pueden apreciar dentro de La embajada está la lamentación que existe entre los asilados, sobre todo por su salida repentina y apresurada, dejando atrás su vida, además de sus espacios y personas. Rodríguez retrata esta situación cuando Gaby, a partir de un monólogo interior, reflexiona sobre su salida de Uruguay para entrar a la embajada mexicana:


Es de noche y sólo se ve lo que iluminan los faros del auto: troncos de árboles, asfalto, la rambla. Miro el mar oscuro, lo miro con toda la fuerza de mis ojos porque pienso que no lo voy a volver a ver en mucho tiempo. Ahora me doy cuenta que tengo que mirar todo: las veredas, los cordones, los semáforos, las estrellas, las luces de mercurio, las curvas, los campitos, las cebras, los árboles, los árboles, los árboles (Rodríguez, 2).


En este mismo orden de ideas, la pieza teatral de Marina Rodríguez recrea la experiencia de desesperación que los asilados pasaban al sentirse alejados de la realidad violenta en la que sus seres queridos se encontraban y encontrarían viviendo, mientras ellos se dirigían al exilio para estar a salvo. Esta situación es un elemento común dentro de textos que abordan el tema del exilio latinoamericano de las décadas de los 70 y 80, ya que en esos momentos existía incertidumbre y reproches entre las personas que se iban y aquéllas que se quedaban. Estos sentimientos pueden verse en un monólogo que el personaje de Martha ofrece:


Esperar, esperar, esperar, esperar, esperar, esperar, esperar. Estoy atrapada. Hace cinco meses... ¿Habré hecho bien? ¿No hubiera sido mejor quedarme afuera? Y si me llevaban que me llevaran ¡qué joder! Por lo menos era algo, no esto. También podría haber tenido suerte que pasara la tormenta. Ahora sí que no puedo ir para atrás. Ni para adelante. Ya está. Podría ser peor (Rodríguez, 18).


Como se ha señalado anteriormente, las redes afectivas de los exiliados e insiliados se ven profundamente afectadas ya que ninguno de ellos sabe cuándo sucederá el regreso y cuántos de ellos estarán todavía presentes físicamente. Ante esto, las despedidas se convirtieron en recuerdos que siguen influyendo, todavía hoy en día, a los desterrados y a sus familiares, debido a las pérdidas que se vivieron durante esos años. Esta situación se observa cuando Juan y Elsa reciben una cinta de sus familiares para despedirse de ellos:


Bueno, tíos, espero que esto les de fuerzas para lo que viene y que tengan con ustedes siempre nuestro recuerdo, el recuerdo de una familia entera que no va a ser la misma sin ustedes (nudo en la garganta, mocos). Bueno... digan todos chau, chau, chau. Vos también, abuelo. (Todos cantan). Chau, chau, chau, chau, adiós que te vaya bien (Rodríguez, 42).


Por otro lado, un componente que Rodríguez aborda en esta obra, a partir de su memoria como asilada en la embajada mexicana, es el primer acercamiento que tuvo a la cultura mexicana. Esta aproximación se produce cuando el embajador Vicente Muñiz Arroyo se convierte en el guía de los asilados para conocer nuevas formas de actuar, costumbres y formas de comunicarse las cuales les serán útiles cuando lleguen a México. Un ejemplo de esto es cuando él corrige sobre dichos populares utilizados en Uruguay pero que son diferentes en México:


Martha - ¡La boca se le haga a un lado, embajador!

Don Vicente - Los mexicanos decimos: “la boca se te haga chicharrón”.

Martha - Bueno, que se le haga chicharrón, entonces (Rodríguez, 10).


Ligado al asilo y las memorias de la política, una característica común entre los futuros exiliados es cómo van conociendo el país a donde van a llegar. Normalmente este hecho se realiza a través de los ojos de otra persona quien narra para el futuro exiliado las nuevas visiones de lugares, nuevas costumbres y cómo se desenvuelven las personas en ese nuevo espacio. Este elemento es recurrente desde las crónicas de viajes, ya que proporciona al receptor de estos textos la visión del espacio desconocido que está a punto de ser descubierto. Ejemplos de esta característica son las crónicas de los conquistadores que llegan a México en el siglo XVI entre los que destaco, por su relación histórica, a Bernal Díaz del Castillo y Hernán Cortés, quienes en sus textos describen Tenochtitlán e informan a la Corona Española la maravilla de la ciudad. En el caso de La embajada, esta situación surge cuando los asilados reciben una carta desde México y en ella se les narra cómo es esta ciudad, lo que van a encontrar y lo que hay que llevar de su país de origen para no extrañarlo tanto:


Esta ciudad es un infierno, si vieran. Hay tanta gente, tanto color, tantos olores raros. Es como otro planeta. A ver si me entienden: cuando digo de todo, es de todo. Desde una vasija indígena hasta un grabador súper moderno, pasando por medias, comida, caramelos, verduras, yo que sé. [...] PD: Ah, acá no se usa la bolsa de agua caliente. Traigan yerba. Es gracioso, el mate es un bicho rarísimo (Rodríguez, 28).


Como se puede observar, el primer elemento de este fragmento habla de cómo para los uruguayos que estaban residiendo en México este lugar inunda los sentidos, hay de todo, además de hablar de cómo es su relación con otra parte de América, pues los uruguayos no están familiarizados como es el mestizaje y el indigenismo. Por otro lado, esta carta contiene la advertencia para los que van embarcarse a México de lo que este país no ofrece y que, para algunos países sudamericanos, representa su forma de convivencia y parte de su vida diaria como es el té de mate.

Por último, dentro de este breve análisis de la pieza teatral La embajada, cabe recalcar el nivel de memorias de la política que la propia autora Marina Rodríguez expone mediante el personaje de Gaby. Este personaje, al entrelazar las culturas uruguaya y mexicana con la música de Alfredo Zitarrosa y de Chucho Monge, muestra la importancia de las memorias en el presente para la reconstrucción de los hechos violentos y represores que llevaron a cabo en Uruguay. Es así que Gaby se convierte en un enlace entre el Uruguay que se iba dejando atrás y el México que está en el futuro; dentro de la obra ella realiza varios actos para mexicanizarse sin dejar su ser uruguayo, sin olvidar sus orígenes, siendo así que al final de la pieza teatral canta:


‘México lindo y querido, si muero lejos de ti’...Los mexicanos tienen una canción por si extrañan. ¿Nosotros tenemos? ¡Ah, sí! Esa que dice ‘No te olvidés del pago, si te vas pa’la ciudad, cuanti más lejos te vayas más te tenés que acordar’. Pero esa no habla de si morís lejos. Dice que no te olvides...Y sí...porque si te olvidás, te morís (Rodríguez, 49).


En suma, La embajada es la catarsis de Marina Rodríguez y la transición que vivió entre Uruguay y México. Definitivamente, esta autora desea mantener las memorias de la política, ya que éstas han ido conformado, a partir de las historias personales, un nuevo pasado que incluye las voces de todos los participantes de las dictaduras militares, en el caso de La embajada, la dictadura uruguaya. Es por esta razón que, hoy más que nunca, no se debe olvidar el pasado que sigue estando vigente en cada exiliado que tuvo que abandonar su patria. En suma, puede afirmarse que las memorias de la política son, dentro de la literatura sobre el exilio, un acto sumamente personal y una cualidad para aquéllos quienes desean que los recuerdos sean un puente entre el pasado y el presente, entre lo que debe ser dicho y quedará marcado en los anales de cada una de las memorias que han conformado los hechos acontecidos durante las dictaduras militares acaecidas en América del Sur durante la segunda mitad del siglo XX.



BIBLIOGRAFÍA

-Achugar, Mariana, “Constructing the past and constructing themselves: the Uruguayan military´s memory of the dictatorship”, en Critical Discourse Studies. Vol. 6, No. 4, 2009, pp. 283-95.

-Dutrénit, Silvia, El Uruguay del exilio. Gente, circunstancias, escenarios. Montevideo: Trilce, 2006.

-Olivera-Williams, María Rosa, “La literatura uruguaya del proceso: Exilio e insilio, continuismo e invención”, en Nuevo Texto Crítico. Año 3, No. 5, 1990, pp. 67-83.

-Palma Mora, Mónica, “Destierro y Encuentro. Aproximaciones al exilio latinoamericano en México 1954-1980”, en Amérique Latine Histoir et Mémoire. No. 7, 2003, pp. 529-546.

-Rodríguez, Marina, La embajada. Texto inédito, 2001.

-Sonderénguer, María: “Promesas de la memoria: justicia y justicia instaurativa en la Argentina de hoy”, en Groppo, Bruno y Patricia FLIER (comp.), La imposibilidad del olvido. Recorridos de la memoria en Argentina, Chile y Uruguay. La Plata: Al Margen, 2001.


Marcela Patricia Zárate Fernández estudió la licenciatura en Letras Hispánicas en la Universidad Autónoma de Aguascalientes y la maestría en Literatura Hispánica en The University of Arizona. En el 2013 obtuvo el grado de doctora con especialización en Literatura Latinoamericana por parte de The University of New Mexico. En 2015 y 2016 realizó una estancia postdoctoral en donde analizó textos postcoloniales y feministas de autoras beliceñas. En 2016 publicó el libro teórico sobre el exilio Latinoamericano Mientras no llegue el olvido. Escrituras sobre el exilio de Luis Enrique Délano, Tununa Mercado y Saúl Ibargoyen.

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