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LA SERPIENTE GIGANTE. LEYENDA YAQUI

Actualizado: 20 ago 2019

Algo que tienen en común muchas de las resistencias indígenas del México moderno es que adquirieron un tono religioso y milenarista inspirado por una cruz o un árbol parlante, como el caso maya de la Cruz de Cancuuc, en la Guerra de Castas. También así sucedió en la Guerra del Yaqui, al norte del país, entre el siglo XIX y XX. La narración que esta vez presentamos en nuestra sección de tradición oral, da cuenta de la cosmovisión y los elementos simbólicos que fundamentaron dicha sublevación, apareciendo también en ella la figura del árbol profeta y a su vez, personajes como el Grillo Brujo, la Golondrina y la Serpiente Gigante. Los yaquis, o mejor dicho, los yoremes, son una cultura que habita el estado de Sonora y que hoy en día se mantiene decididamente en pie de lucha para proteger sus lugares sagrados y sus principales ríos y arroyos.


La llegada del monstruo había sido predicha años atrás por un árbol profeta de color ceniza que crecía en medio de la comarca, por lo que los hombres habían establecido ya destacamentos militares en varios puntos estratégicos para vigilar los caminos.

La serpiente gigante apareció por el norte, en la época anunciada. A uno de esos destacamentos le tocó librar con ella el primer combate. Los guerreros atacaron con valor, pero tuvieron pronto que retirarse, pues sus flechas no hacían mella en el caparazón escamoso del animal.

La segunda batalla fue en un aguaje, y su resultado aún más funesto para las tribus, pues muchos murieron allí.

El Gran Capitán, viendo la desventaja en que se hallaba su ejército, decidió pedir auxilio al famoso mago Chapulín Guóchimea. Los principales jefes estuvieron de acuerdo, y enviaron como emisario a la golondrina.

La golondrina cruzó extensas llanuras y altos montes, sin detenerse a descansar. Llegó al fin donde estaba Guóchimea, y le dijo:

-El Gran Capitán te saluda reverente, y en nombre de las ocho tribus yaquis requiere tu ayuda para exterminar a la serpiente gigante anunciada hace tiempo por el árbol.

El mago aceptó y le pidió a la golondrina que llevara sin demoras este mensaje al Gran Capitán.

No bien partió la golondrina el mago se afiló los serruchos de las patas y se trepó a la cumbre de un cerro. Pronunció allí palabras misteriosas, y con un golpe de espolones dio un salto inmenso, cubriendo en minutos distancias tardaría doce días en recorrer. Así, en pocos saltos, pudo llegar al campamento antes que la golondrina. Estaban allí el Gran Capitán y sus principales guerreros: Penacho de Nieve, El que lleva la Vía Láctea por Penacho, y otros. La tropa celebró con gran júbilo la llegada de su salvador.

Cuando terminaron los festejos, dijo el gran mago Chapulín:

-Júntenme ramas y hojas verdes.

Lo hicieron con rapidez. Entonces, les indicó que las machacaran para extraerles el jugo. Cuando el mago vió el líquido verde en el cántaro, mandó:

-Báñenme ahora el cuerpo con esto.

Lo bañaron, y quedó todo verde. Luego, señalando hacia un árbol, dio la última instrucción:

-Déjenme ahora arriba de ese árbol, pues por ahí vendrá la serpiente.

Ya en el árbol, se confundió con el color de las hojas.

No tardó en aparecer el fabuloso animal. Aunque miraba para todas partes con sus poderosos ojos, no llegó a distinguirlo entre el follaje. Cuando estuvo a su alcance, el mago Chapulín le saltó encima y le dio dos golpes brutales con los espolones. La cabeza del monstruo salió rodando, para ir a detenerse a cuatro leguas de allí.

Todos corrieron detrás de la cabeza. Cuando llegaron a su lado, ésta, en el fin de su agonía, dijo con voz cavernosa:

-Mi propósito era reinar sobre las tribus de Sonora, pero como me derrotaron gracias a la ayuda del mago Chapulín les advierto que deben redoblar la vigilancia, pues pasados los años vendrán del Oriente y del Sur unos hombre blancos con armas poderosas que vomitan fuego. Si quieren triunfar en esa lucha, quítenles sus armas y combátanlos con ellas sin tregua. De lo contrario todos serán esclavizados y perderán sus tierras.

El cuerpo de la serpiente quedó convertido en piedra.

La predicción se cumplió, ya que un tiempo después vinieron los blancos, y los yaquis, que habían estado siempre atentos, los combatieron sin descanso hasta vencerlos.



Detalle del mural "Yaquis y yoris" en Hermosillo, Sonora. Fotografía, Wikipedia

Fuente:

Relatos del mundo indígena: antología. México: SEP-Diana, 1982.

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