Dijo Patti Smith en una reciente entrevista en el diario argentino La Nación, que antes de que el Punk existiera, ellos, su generación, lo llamaban libertad. El punk, más que un estilo o una moda, es un estado mental; se trata de empujar los límites, de crear algo nuevo que nadie nunca haya hecho antes para poder expresar la vida que necesita ser expresada. En este sentido la hidrocálida Pickled Punk hace honor al nombre que ella misma eligió para firmar su obra, al ser una artista multifacética en constante evolución, que experimenta con diversos materiales y en una reverberante y fértil explosión de creatividad. Desde la seriedad de su obra pictórica, donde dignifica la belleza de lo diferente, hasta sus creaciones con agujas y estambre que transforman en prendas las ideas más luminosas, Pickled Punk tiene constantemente las manos ocupadas en crear belleza. Ya sea haciendo fanzines o ilustrando libros, tejiendo gorros como jardines, haciendo un estudio sobre la concepción cultural de lo «malo» y lo «feo», dibujando anatomía como quien teje un cuerpo o creando prendas que aluden a ídolos que se rebelan a través de la música contra la caducidad de ciertos sistemas culturales establecidos, la exploración creativa en la obra de Pickled Punk, si sigue una ruta, es la de hacer las cosas con sus propias manos y empujar los límites de los pensamientos que ya son lugares comunes para reinventar las posibilidades, para renombrar lo que es bello, para exponer lo que solemos ignorar y para, finalmente, en el más fiel estilo punk, ser libre.
Agradecemos a Pickled Punk la ilustración de los textos de este número de nuestra revista.
